El libro de Oseas comienza con una historia de amor muy poco usual. El se enamora de una prostituta, de alguien que no era bien vista en la sociedad.
Tal vez todos los hombres desearían tenerla para sus delectes, pero ninguno la quisiera para su esposa.
Pero lo más interesante es que Jehová en realidad no quiere contarnos la historia de amor de Oseas.
Lo que Dios en realidad quiere es contarnos a través de Oseas su propia historia, si…así como lo oye. Jehová está enamorado de un pueblo que considera su novia, y esa novia no es muy digna que digamos es una prostituta que adora a quien se le atraviesa. V 2 “El principio de la palabra de Jehová por medio de Oseas. Dijo Jehová a Oseas: Ve, tómate una mujer fornicaria, e hijos de fornicación; porque la tierra fornica apartándose de Jehová.”
Como ya sabemos el pueblo de Israel rechazo a Jesucristo, y ahora nosotros los considerados gentiles tenemos la oportunidad de ser el pueblo de Dios, y adivina que…nosotros somos también ese pueblo, su novia la prostituta.
Antes de conocer de Cristo nos comportábamos como una prostituta, estábamos metidos en la inmundicia, pero a pesar de eso Cristo se enamoro de nosotros, nos lavó, nos vendó nuestras heridas y nos quiere presentar a su padre como su novia perfecta y digna.
El amor de Dios es incomparable, a pesar de la infidelidad de su pueblo él les dice que siempre cumplirá con sus promesas. V 10 a “Con todo, será el número de los hijos de Israel como la arena del mar, que no se puede medir ni contar”
El amor de Dios es tan grande que quiere darnos vida a pesar que por nuestros pecados estábamos muertos. Efesios2: 4-5 “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, 2:5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),”
Y como si fuera poco Dios los sigue considerando su pueblo. V 10 b “Y en el lugar en donde les fue dicho: Vosotros no sois pueblo mío, les será dicho: Sois hijos del Dios viviente.” En verdad que otro amor como el de él no lo conseguimos en ninguna parte.
Dios permitirá que su pueblo deje de estar dividido para que de esta forma pueda fortalecerse y lograr el éxito. V 11 “Y se congregarán los hijos de Judá y de Israel, y nombrarán un solo jefe, y subirán de la tierra; porque el día de Jezreel será grande.”